viernes, 4 de marzo de 2011

Los polacos aprenden a amar las matemáticas

El centro de ciencia y tecnología inaugurado recientemente en la capital polaca se concibió no sólo como un lugar que pretende despertar el interés de las mentes jóvenes por la ciencia y el descubrimiento, sino también como una oportunidad para que Polonia venza al menos un legado de la guerra y la ocupación: el declive de la educación en matemáticas y ciencias.
"Yo lo interpreto como la vanguardia de una revolución educativa", observa Lukasz Turski, un físico de la Academia Polaca de las Ciencias que presionó al gobierno para que creara el Centro Científico Copérnico, inaugurado en noviembre.
La idea es dejar atrás la opinión de que las complejas ciencias son inferiores a las artes y las humanidades, una percepción crónica que en la actualidad obstaculiza los esfuerzos de Polonia por avanzar.
En una nación que luchó por seguir siéndolo incluso cuando no existía, ya que fue borrada del mapa durante más de un siglo, el arte fue un hilo conductor que unió a generaciones de polacos. "El único medio para crear una identidad nacional era la literatura", afirman Janusz Reiter, ex embajador en Alemania y Estados Unidos. Por eso las humanidades fueron importantes para la supervivencia de Polonia, mientras que las matemáticas y las ciencias languidecieron.
Según Wieslaw Zalazko, profesor de matemáticas en la Academia Polaca de las Ciencias, "En el siglo XIX, un periodo de gran desarrollo de las matemáticas en Europa occidental, Polonia no era un país independiente".
Polonia, añade Zalazko, vivió una época de excelencia matemática después de la Primera Guerra Mundial, aunque en los anales de la historia fuera un periodo relativamente breve, interrumpido por la Segunda Guerra mundial, cuando los nacis silenciaron, expulsaron o mataron a los intelectuales polacos. Más tarde, después de 40 años de dominación soviética, Polonia se apresuró a restablecer su sistema educativo, pero esto no cambió la actitud hacia las matemáticas.
En 2001, explica Turski, el Ministerio de Educación decretó que las matemáticas no eran necesarias para obtener el título de secundaria, por lo que mucha gente se saltaba dicha asignatura.
El diario polaco Dziennik Gazeta Prawna publicaba recientemente que las ofertas de trabajo para estas especialidades superaban a los aspirantes en una proporción de 10 a 1.
Según los economistas, Polonia va muy a la zaga de otras naciones con recursos comparables en lo tocante a solicitudes de patentes, y en 2012 probablemente perderá la financiación de la Unión Europea destinada a I+D. "Es más importante sentarse a hablar de Platón que saber como funciona el chip del ordenador", ironiza Turski.
La decisión de convertir las matemáticas en una asignatura opcional fue revocada finalmente el pasado mes de mayo, señala Turski, una medida que forma parte del dilatado y lento proceso de convencer a los polacos de que forjen valores relevantes para el mundo moderno y superen otros que evolucionaron en épocas muy distintas a la cactual.
Pero añade que todavía no está claro que la población comprenda la necesidad de mejorar la educación en ciencias y matemáticas. Turski tiene la esperanza de que el Centro Copérnico al menos motive a la gente a acercarse a estas disciplinas. El Centro siempre está lleno, y a él asisten familias durante el fin de semana y colegiales los días laborables.
Ilona Rusin observa a su hijo Sebastián de 10 años, mientras lanza canicas a un largo laberinto. "No", comenta, "cuando yo estudiaba no elegí matemáticas". Su hijo alza la vista y dice con una sonrisa tímida que le encantan los ordenadores. "En el mundo, todo tiene algo que ver con las matemáticas", asegura.
(publicado en El País el 16 de diciembre de 2010)

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