martes, 12 de octubre de 2010

VARGAS LLOSA, NOBEL DE LITERATURA 2010

RECOMENDAMOS: "LOS CUADERNOS DE DON RIGOBERTO"
Se trata de una de las novelas más divertidas del autor peruano, protagonizada por un trío muy original: Don Rigoberto, alto ejecutivo de una compañía de seguros, enamorado hasta los tuétanos de Lucrecia, que se dedica de día a ganar dinero y de noche a vivir intensamente, disfrutando del amor y del arte.Y por último Fonchito, a medio camino entre el niño y el adolescente, inocente y perverso que maneja a su papito y a su madrastra a su antojo.
Nos narra las visitas que Fonchito hace a su madrastra, después del incestuoso incidente que provoca la ruptura entre la pareja; por otra parte los cuadernos de Don Rigoberto que tratan de las fantasías eróticas, en las que imagina a Lucrecia en delirantes situaciones, siempre en brazos de otro para mejor acabar en los suyos. Por último están los monólogos de Lucrecia, inflamados de amor.
Todos los escritos están basados en obras de arte, tanto pictóricas como musicales y literarias que le sirven de inspiración. Entre ellas se encuentran: El origen del mundo y Pereza y lujuria, de Gustave Courbet; Desnudo con gato, de Balthus; Diana y sus compañeras, de Johannes Vermeer; La Priére y La espalda de Kiki de Montparnasse de Man Ray, los grabados eróticos de Utamaro o El baño turco, de Jean Auguste Dominique Ingres

"Antes de entrar bajo las sábanas, se quitaron las batas, que quedaron al pie del lecho de dos plazas, cubierto por un cubrecama. A las arpas había sucedido un vals de otros tiempos, unos violines cuyos compases sintonizaban con sus caricias. ¿Qué importaba que hubieran apagado la luz mientras jugaban y se amaban, ocultas bajo las sábanas, y el atareado cubrecamas se encrespaba, arrugaba y bamboleaba? Don Rigoberto no perdía detalle de sus amagos y arremetidas; se enredaba y desenredaba con ellas, estaba junto a la mano que embolsaba un pecho, en cada dedo que rozaba una nalga, en los labios que, luego de varias escaramuzas, se atrevían por fin a hundirse en esa sombra enterrada, buscando el cráter del placer, la oquedad tibia, la latiente boca, el vibrátil musculillo. Veía todo, sentía todo, oía todo. Sus narices se embriagaban con el perfume de esas pieles y sus labios sorbían los jugos que manaban de la gallarda pareja."

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